jueves, 3 de enero de 2013

DESPUÉS DE LA ALGARABÍA

Por Marisol Gómez Castaño
Puede ser un asunto de época el evidente desequilibrio emocional, es decir, el resultado de lo que genera un tiempo que por tradición se dedica a compartir con las personas queridas, pero que no necesariamente se cumple al pie de la costumbre. Es, y también es válido, un tiempo para vivir, compartir, conocer y aburrirse. Tiempo libre, al fin y al cabo.

Lo que queda después de estos días, y no lo digo por mí ni por mis cercanos solamente, sino por el montón de rostros que adivino a partir de la “intuición”… lo que queda, lo que veo, es una multitud de tristes, desencantados, inútiles e inmóviles, días en vano, depresión pos alcohol, billeteras débiles y espíritus frágiles (al menos se cumple con alguno de estos síntomas). Algunos, valientes, seguramente fijan sus esperanzas en el año que empieza, esperanzas que no serán de gran ayuda cuando el “año nuevo” esté acabando.

Para los tristes (o las tristes exactamente), para quienes quedan con el ánimo embolatado después de estos días, es que escribo este artículo. Las demás, bien pueden dejar de leer estas líneas, o leerlas y pensar que no es un asunto de ellas, que no les compete, incluso que no es la realidad: sí, puede ser una estupidez y en fin.

Confieso mi lamento por robarme un espacio como este hablando de “banalidades”, pero no quiero escribir sobre cualquier asunto actual menos pasajero; esto es lo que sucede a mi alrededor por estos días y mal haría en hablar de otras cosas. Además, aprovecho que me fue dada una total libertad para escribir, y que mencionando a este personaje -Héctor Abad Faciolince-, puedo causar un dolor de cabeza y herir la búsqueda e intelectualidad de un par de amigos que no lo aprecian nada… Bueno, debo decirlo, yo lo aprecio bastante.

Y para volver a esa situación debilitante, que puede o no ser producto de los días que siguen a la fiesta y la algarabía, al mismo tiempo que intento unirlo a la escritura de una casi mujer (Faciolince) desde la experiencia y el conocimiento que tiene de nosotras, aunque a veces se equivoque, mencionaré que recomiendo para las agotadas de espíritu el libro “Tratado de culinaria para mujeres tristes”, (los hombres ya debieron haber huido de aquí algunos párrafos antes).

Quizás no sea la escritura que recomendaría a las mujeres que tienen la razón tan “avanzada” que han dejado de lado el sentir –déjenme dudarlo-, pero celebro la manera jocosa en que estas líneas nos acercan a la tragedia femenina de todos los días, esta escritura nos infunde un ritual absurdo que no logra apaciguarnos ante el dolor, la culpa, la espera, la infidelidad, los días de ciclo lunar…

Simplemente, y para mí es suficiente, es una burla respetuosa frente a la desdicha. Está bien, no diré que es respetuosa, pero por lo menos acude a un humor negro que disfruto porque me lleva a la risa, a una risa inteligentemente absurda (a mi modo de ver).

Por si alguien tiene dudas, debo aclarar que no es ese tipo de escritura que a “muchos” salva o ayuda. Claro que no, de ser así, quizás lo hubiera descartado con solo saber ese macabro propósito. Se trata de literatura, sin pretenderme experta en el asunto, porque cumple los requisitos que le exijo a una obra literaria y finalmente, a cualquier obra de arte: que tengan la capacidad de involucrarme en lo que se narra, que me permitan identificarme con algún personaje, alguna acción o algunas líneas bien logradas y que, sin solucionarme la vida, me permita ahondar en lo que pasa y lleguen cuestionamientos vagamente inducidos. A una obra literaria, a esta para no salirme del plano elegido, le tengo respeto y aprecio por permitirme pasar las páginas al tiempo que pasaba apartes de vida (recuerdos, instantes y deseos de futuro) de muchas mujeres en diferentes momentos de sus vidas. El libro, como tal, tiene mi aprecio por ponerme trabas desde un lenguaje juguetón y por hacerme sonreír con lo casi ridículo de un “ritual” que se dicta a modo de receta culinaria (para que los hombres “machos” se terminen de excluir de su lectura, de una buena vez). 

7 comentarios:

  1. Felicitaciones a Marisol por escribir este texto y publicarlo en el blog. Probablemente este será el primero de muchos. Nos vemos!

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  2. Edison Ramirez Yepes5 de enero de 2013, 6:45

    Mary llegue y no con esfuerzo...tus lineas me trajeron...gracias por compartirnos tus visiones del descalabro....y como dice una cancioncita "pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza." : http://www.youtube.com/watch?v=AVeKR6c5cmc

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  3. Gracias a ustedes por ser cómplices de mi escritura en otros tonos... Ya veremos que otras cosas se vienen. Saludos!

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  4. Un día me compararon con Abad Facionlince para criticarme y les salió el tiro por la culata, por ser él un personaje que admiro profundamente, fue en este mismo blog y repetiré el comentario de aquel momento glorioso de mi historia personal: "Ojalá yo fuera Abad Faciolince y tuviera un papá tan órdago (luego supe que se decía "de órdago") como Abad Gómez"

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  5. Marisol, ¿tienes rabia?. Siempre es bueno escribir con las entrañas.

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    1. ¿Te llevaste esa sensación? Escribí este artículo a partir de muchos otros detonantes, no ha sido la rabia esta vez. Gracias por tu aporte y, por su puesto, por tu lectura!

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  6. ¿Te llevaste esa sensación? Escribí este artículo a partir de muchos otros detonantes, no ha sido la rabia esta vez. Gracias por tu aporte y, por su puesto, por tu lectura!

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